Otra de las voces que ya siente al iQ como propio es la de Patricia Paredes, emprendedora que formó parte del programa IncubaLab, el cual culminó precisamente en este nuevo Centro de Innovación. Para ella, el iQ no es solo un lugar físico, sino un ecosistema de apoyo. Agradecida por el espacio, destaca que lo usará para potenciar su negocio, no solo por la infraestructura disponible, sino por los servicios integrales que ofrece: asesorías especializadas, acompañamiento técnico y capacitaciones continuas que permiten consolidar ideas y convertirlas en proyectos sostenibles.
Desde el ámbito científico y tecnológico, Camila Velandia, ingeniera en Biotecnología y representante de BioHack, emprendimiento ganador de FonQuito 2025, resalta el rol estratégico del iQ como vitrina para el talento local. Para ella, este espacio es esencial para dar a conocer el trabajo de los cientos de emprendedores que se han fortalecido a través del programa de capital semilla. La Tienda Quito, la posibiulidad de abrir tiendas permanentes y las ferias que se desarrollen en el iQ —en articulación con activaciones culturales del barrio La Mariscal— se convierten en una plataforma clave para conectar innovación, ciudadanía y territorio.
Así, el Centro de Innovación iQ se consolida como un punto de encuentro donde las ideas toman forma, los negocios se fortalecen y las historias de quienes emprenden en Quito empiezan a escribirse en comunidad.
Un espacio vivo, abierto y construido junto a sus beneficiarios.